viernes, 10 de agosto de 2012

La diversión de argumentar.


 Nuestras peleas dialécticas siempre habían sido emocionantes; hasta el delirio más grande parecía cobrar lógica. En general, uníamos fuerzas y embestíamos contra el resto, pero en ocasiones nos gustaba jugar a enfadarnos. Pura diversión ¿quién tenía la lengua más bífida? ¿quién el ingenio más voraz? ¿quién sobrepasaría la línea de la destrucción?. Sencillamente un juego adorable, aunque peligroso, pero ahí destilábamos justamente el placer de nuestro entretenimiento.

 - ¡Ay! Barrabás, que jugabas al diablo no llegando a trasgo. No te dabas cuenta de que la partida era contra el Demonio. Deja de retozar con bellas luces y acepta tu ser. ¿Quieres ponerme velas, quieres venderme el alma? Bien Barrabás, bien. Pero no juegues a hacerme sombra. Los dioses no la tenemos. - Empiezas de repente mirando al cielo.
 - ¿Narcisismo es el tema del día? No podías haber elegido acaso uno más fácil. - Contesto de forma absolutamente corrosiva.
 - Empieza pues, ya veremos si tienes, con un tema sencillito, alguna posibilidad de ganar. - Escupes virulentamente la ironía.
 - ¿Quién te ha visto y quién te ve, Misifú? Creiste que tus ronroneros eran rugidos, pero pronto se te vieron los bigotes y sin problemas te puse el cascabel. No, Misifu, no me enseñes la patita pintada de blanco, que sé que tampoco eres un corderito. Tienes mucho peligro, pero en la ratonera ya te hemos cazado y nos conocemos todas tus trampas. Nos hincharemos a queso los ratones mientras tú te quedas sin sardinas. ¿Qué harás entonces Don Bigotes? ¿Dónde buscarás los juegos y carantoñas? Gato triste, deja de jugar a los tigres y acepta la derrota.
 - Has seguido con la egolatría que tanto me criticabas. - Te ríes.
 - Siempre es más gratificante ganar a alguien en su propio terreno. - Me sonrio. - Tú has elegido el arma y yo he asestado el golpe mortal. Me debes la vida.
 - Jajajaja. Sigo sin tener tan claro que hayas ganado ratoncillo.

 La noche, como de costumbre, se fue cerrando mientras nosotros polemizabamos sin tregua.

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