domingo, 10 de abril de 2011

¡Sí, somos libres!


¿Existe la libertad o es un concepto inventado por la romántica mente humana?
Yo, sin duda, parto de la premisa de que la libertad existe, tomando como libertad la capacidad de elegir entre unas opciones dadas, de forma responsable.
Entender que el hombre no es libre es una huida de esta responsabilidad (libertinaje) puramente determinista y pesimista.
Si partimos de unas opciones dadas no es libertad, me diréis. Sin embargo, eso es justamente la libertad. El hombre es un animal gregario, es decir, biológicamente esta impulsado a vivir en sociedad, eso lo demuestra la posesión del lenguaje, que surge de la necesidad de la comunicación.
Por lo tanto, si tomamos la libertad como algo meramente individual, estas libertades chocarían. Pero los individuos al juntarse en comunidad forman la sociedad (la cual hay que entenderla dándole la misma importancia que al individuo pues ambas se necesitan), existiendo una voluntad general que le pertenece. La libertad parte entonces de las circunstancias impuestas por las libertades y voluntades del resto de individuos, evitando el choque y formando una coexistencia.
Todo individuo ayuda con la práctica de su libertad a la formación de esa voluntad general. Pudiendo elegir el bien (siguiendo el deber) o el mal (tomando decisiones moralmente incorrectas).
Si el hombre estuviese "programado" no tendría sentido la existencia de estas dos opciones. Además partiendo del hombre como animal político y social, siempre estaría forzado a elegir el bien que es lo que le permite la convivencia común impuesta por su naturaleza. Sin embargo, es obvio que esto no es así.
Llegando, entonces, a la situación necesaria de la existencia de un ser superior que decidiera (pues si la no libertad sólo nos perteneciera a nosotros el mal no tendría sentido como ya hemos demostrado) o a la existencia de la libertad.
Si se parte de la idea del Dios filosófico como ente de infinita bondad no podría elegir el mal y no existiría ( viceversa si fuese un Dios malvado) pero existe por lo tanto habríamos sido dotados del libre albedrío y seríamos libres.
Si nos separamos de esta arcaica concepción y Dios elige por nosotros el bien y el mal para demostrar nuestra libertad debemos plantearnos si Dios existe.
Todo lo que existe en este mundo tiene su razón de ser en otros principios; o en la naturaleza, o en la voluntad humana. Por lo tanto no es necesaria su existencia.
Podría esto rebatirse con el argumento de la causa eficiente, pues las causas no pueden extenderse hasta el infinito. Más que sentido tiene no aceptar este posible infinito y aceptar el infinito de Dios.
Por ello racionalmente no puedo comprender ni aceptar este ente decididor. Teniendo que ser por lo tanto obligatoria y necesaria la existencia de la libertad del hombre.
¿A dónde nos lleva esta libertad?
A la felicidad que es el fin último al que tienden todos los humanos. Alcanzándose sólo viviendo de acuerdo al deber. Es necesario por ello alcanzar un equilibrio entre los deseos individuales y el bien social. Porque disfrutar y satisfacer nuestros deseos y necesidades no es malo, si no todo lo contrario. Pero no hay que anteponer lo al bien de los demás.
Al ser libres y racionales nos damos a nosotros mismos una ley moral, común para toda la sociedad, que es recogida en las leyes. Las leyes nos ayudan a juzgar de forma objetiva los actos humanos, pero no tiene sentido juzgarlos si no hemos sido libres al elegir cometerlos.
Llegaríamos entonces a un relativismo social ineludible, donde el hombre sería casi un animal.
Pero esto no es posible, pues cuando al hombre le quitan su libertad se siente ultrajado y la palabra injusticia retumba en sus tímpanos. Si no fuésemos libres este sentimiento no aparecería.
Siempre he soñado con dedicarme al mundo de la política. Si todo está decidido, si el hombre no es libre para votar, para decidir, la democracia no tendría sentido y yo habría perdido mi norte.
Sólo ideas, que sí muchas veces son idealistas, como el bien, la justicia, la moral, la libertad y la igualdad, me hacen tener fe en el hombre.
Y esa búsqueda del progreso es lo que me da sentido. Porque si no es posible alcanzar la perfección me gustaría intentar rozarla con mis dedos.