domingo, 21 de noviembre de 2010

Circo ambulante


“¡Señores y señoras, niños y niñas, vengan todos a contemplar lo nunca visto! Una maravilla oculta, lo más genial, increíble, escandaloso que jamás podrán mostrarles.
Entren y disfruten del impresionante espectáculo. ¡No se enteren por otros! ¡No se lo pierdan!”
Grita el farandulero. Los clientes hacen cola con fajos de billetes en las manos. En un abrir y cerrar de ojos las gradas están llenas y el público expectante.
Unos acróbatas, seguido de un par de tristes payasos abren la función y por fin llega el esperado número final entre vítores y aplausos. Sólo un foco alumbra tenuemente el centro de la arena. En un absoluto silencio el farandulero circense sale empujando una enorme jaula cubierta por una manta de terciopelo rojo.
“Contemplen amigos el secreto mejor guardado, aquello que olvidamos hacen tiempo”
Se acelera un fuerte redoble de tambores y cae la cobertura.
“Ohhhhhhhhhh” Exclaman los espectadores.
“¡Mamá tengo miedo!” Se oye decir a un niño.
“Aquí compañeros está todo lo bueno del mundo la VERDAD, la MORAL, la ÉTICA, la JUSTICIA... Aquello que perdimos y sólo recuerdan algunos funambulistas, dos tragafuegos y quizás algún payaso.
Hoy saldrán de aquí y cuando tengan la posibilidad de ayudar a alguien no tenderán su mano, si pueden mentir lo harán y si sacan beneficio de algo no se cuestionarán los medios. Pero recuerden que este circo ambulante siempre está abierto y tiene narices rojas de sobra para todos. ¿Pero quién quiere ser visto como un payaso?” Terminó cuando los espectadores indignados ya abandonaban sus puestos y pedían a gritos que es reembolsasen su dinero.
Itziar Zamalloa Antón


Y bueno querídos lectores espero que prefirais la nariz de payaso que vivir en la inhopia y que no ser justos y buenos.