domingo, 30 de enero de 2011

Schopenhauer.



"Por vida feliz hay que entender siempre "menos desdichada"; es decir, soportable. Y realmente, la vida no se nos ha dado para gozarla, sino para sufrirla, para pagarla."

Todo el mundo se siente tentado alguna vez en regodearse en su propia infelicidad. Schopenhauer lo llevo a un extremo.
Una mente brillante dominada por el embotamiento del más puro pesimismo.

lunes, 24 de enero de 2011

Cambios.


Allí estabamos entre un montón de descoloridas butacas de terciopelo rojo. Y tú con el cigarrillo consumido entre los labios apurando una última calada recorrías con la vista perdida el pequeño escenario. Parece poca cosa. Sin embargo cuando estas arriba impresiona tanto, es tan inmenso, ha contado tantas historias...
Continúo en silencio. Se que ahora no es momento de decirte nada. De interrumpir el hilo de tus pensamientos que buscan las palabras perfectas para ese gran final de tu magistral obra. Le tienes tanto miedo a escribir eso que sabes que es perfecto como yo de decirte que es idoneo.
-No puedo hacerlo,es imposible. Cada frase que pienso estropea toda la obra.- Rompes desesperado el silencio.
-Antes la palabra imposible no cabía dentro de tu vocabulario.
-Si porque nunca antes había encontrado nada imposible de veras.
- Cuanto has cambiado... Cuando vuelvas a no hundirte a la primera de cambio hablamos. ¡Ah! Y el final perfecto ya sabes cual es. Ambos lo sabemos.

Mi mundo.


El otro día pensando, llegué a la conclusión de que soy quien soy por un cúmulo de casualidades y coincidencias de la vida.
En mi formación como persona han intervenido tantas personas (muchas sin saberlo,o incluso pretendiendo hundirme) que si intentase dar las gracias a todas jamás terminaría.
Somos, como diría un filósofo, contingentes y en general este hecho nos pasa desapercibido. Sin embargo fuí tan consciente en ese momento, que tuve que mirarme al espejo para comprobar que de verdad estaba aquí.
Toqué la reluciente superficie que me devolvía un reflejo en el que no me reconocía. Y,como Alicia, empecé a ver através del espejo. Personas, que como las flores de ese kafquino mundo, se emperifollan y ponen mil máscaras buscando la aceptación social sin importar si se aceptan a sí mismos. Reyes y reinas de corazones, que cortan cabezas sin compasión. Sombrereros locos que no encuentran su lugar en el mundo. Conejos que corren de auí para allá simpre atentos del maldito reloj. Orugas que desperdician su vida sin hacer nada. Miles de personajes de libro que sin embargo son más reales que el reflejo de mi espejo.

domingo, 16 de enero de 2011

Noches.


Miro el despertador. Los números marcan unas brillantes cinco de la mañana. Me doy la vuelta sabiendo que es en vano y termino por encender la luz y ponerme a leer.
Recorro las páginas con la mirada sin prestar mucha atención a lo que dicen. A los pocos minutos me doy por vencida. Por lo visto no es compatible mi cerebro de madrugada con la leyenda de mesoámerica de "Quetzacóalt como lucero del alba".
Doy vueltas por la habitación mientras las paredes parecen acercarse cada vez más. Me aburro y las horas no avanzan. Me tumbo y escucho al genial Rossini y su Ceneretola. Poco a poco mi mente vuela (esa maldita chispa divina de la que tanto he oido hablar). El mundo está cada vez más lejos y yo estoy más alto donde no hay problemas. Aquí, donde todo es silencio, donde no hay un cuerpo que te atrape, sentimientos que te contaminen comienzo a dilucidar.
"Nuestra vida es como un sueño. Pero en las mejores horas nos despertamos lo suficiente como para darnos cuenta de que estamos soñando. La mayor parte del tiempo, sin embargo, estamos profundamente dormidos."
En esos segundos en que somos conscientes de que soñamos una profunda melancolía nos invade y nos da la sensación de que se nos para el corazón. Tenemos una verdad que nadie sabe. ¿qué es preferible no saber que es un sueño y ser feliz o vivir triste sabiendo que no es real?