martes, 13 de noviembre de 2012

Realidades sin templo



 Los azulejos blancos y la madera oscura nos recogían entre un bullicio vibrante. Entre el jaleo y buenas charlas, se mataba la sed con vinos y cervezas, saciando también el hambre con bacalao. De esta manera se honraba al cartel que rezaba decorando el majestuoso espejo "El que bien bebe hace lo que debe".
Siempre nos había gustado estar en esa zona del bar, llena de ambiente y vida. Las mesas, aunque perfectas para una conversación seria y agradable, le robaba esa energía que hechizaba el ambiente con secretos a gritos, caras sonrojadas, pisotones, acaloradas discusiones que se resolvían con un "¡A la siguiente invito yo!"... Nos contagiabamos de esas sensaciones, bebiamos la copa acompañandola de largos tragos de dinámica actividad. Parecía que nuestro hablar también estaba envenenado de vitalidad, fluía con rapided, sin sentido, con belleza y gracia.

-Necesito una lengua larga - Prácticamente te grito frente al mostrador-  que suelte más verdades que cordialidades.
-Una caña y un vinito. - Te dirijes al camarero- Mmmmmm realidades sin templo. - Continuas sin darte la vuelta.
-Pelos y señales.
-Lenguas sin pelos.- Me pasas mi vaso
-Bocas del metro.
-Datos objetivos.
-Objetivos veridicos. - Sorbo.
-Verdugos de la infamia.
-Mentiras sin patas.
-Mentes ilumunadas.- Dices abriendo mucho los ojos en esa expresión de sorpresa que siempre me saca una carcajada.
- Jajaja - Rio.- Fluorescentes de bar de carreteras.- Divago.
-El cartel de Schweppes.
-Soles.
-Estrellas del norte.
-Vegas de futuro.

Un desierto es lo que queda de nuestra consumición cuando la posamos para salir a la calle. Hablamos de nuestras vidas, nuestros conocidos, del tiempo, de política... Hasta que observando el humo del cigarrillo vuelves a comenzar.

-Vasos a la mitad.
-Gafas de culo de vaso. - Señalo disimuladamente a un cliente de la terraza.
-Microscopios.
-Macrosinceridad.
-Honraded radical. - Te sale ese tono con el cual ya sé que has entrado de lleno en esta competición caotica.
-Detalles.
-Talles de rosas. - Apuntas con la gracia de quién dice lo adecuado en el lugar adecuado.
-Espinas y sangre.- Contesto mordad.

El cigarro ya consumido lucha por seguir ardiendo en su batalla en el cenicero. Volvemos dentro siendo conscientes de nuevo del mundo real.

-Sábanas blancas.
-Sueños utópicos.
-Falsas verdades.
-Herejías sin dueño.
-Pedir lo imposible.
-Caballito blanco.- Recalco recordando esa poesía de Machado que te gusta tanto.
-Crines al vuelo.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Siempre jamás

 

 Mi singular mundo reflexivo está lleno de fantasías de la niña que fui.  En él  las pajitas son  varitas mágicas, los nubes camas elásticas, los macarrones túneles de metro, los tuneles de metro podridas manzanas y las luces de los semaforos caramelos que sirven de alimento a gigantescos pájaros invisibles.
Un mundo donde todo es color y movimiento. Un espacio que se mezcla con el proyecto de adulto que soy. Puedes encontrar al lado de las pinturas de mano un cúmulo de preocupaciones debidamente organizadas en archivadores, por orden alfabético, con fecha, nombre y apellidos. Visiones de futuro y vacíos existenciales mezclados con café y gusanitos. 

Desperezandome en la cama en uno de esos días gato, en los cuales te gustaría poder tumbarte cual larga eres sobre un radiador, pensé que quizás esas dos dimensiones no eran tan diferentes. Los sueños utópicos de una mente ingenua y la ingenuidad utópica de querer racionalizar el absurdo.

"Me estoy haciendo mayor" pensaba observando el panorama de mi cuarto. ¿Dónde quedaron los libros ilustrados donde todo acababa bien? Habían sido sustituidos por la lectura nocturna de "Los miserables". ¿Dónde estaban los juguetes, intimos amigos y compañeros de aventuras? Ahora eran relaciones sociales, muchas de ellas encerradas en un móvil o un ordenador, cada vez más complicadas. ¿Y mis dibujos practicamente abstractos donde yo veía infinitas formas? El periódico del día y recortes interesantes ocupaban su lugar. Mis libros del colegio llenos de sueños y perfectas sociedades, se sustituían por estudios cargados de realidad. Los batidos ya no eran de chocolate si no tazas inmensas de té humeante. Mi música ya no me enseñaba a contar, ahora sólo contaba los segundos que se me escapaban.

"Me estoy haciendo mayor. Sin embargo me gusta" Y ahí está el quiz de la cuestión. Todo eso son bonitos recuerdos que evocar con melancolía, pero mi yo actual quiere ir a exposiciones y leer los carteles, pasear por Madrid y sentarme en el retiro. Una buena lectura, una cerveza en un agradable bar con los amigos. Tener responsabilidades. Ser adulta.

Mucha gente se pierde por el camino. Echan demasiado de menos ese País de Nunca Jamás donde todo era juego. No aprenden a vivir con sus años.
Cada edad tiene algo bueno, algo que disfrutar y con lo que ser feliz. Solemos tender a pensar que todo tiempo pasado fue mejor, pero no es así.  El pasado es precioso, al fin y al cabo somos quien somos por quienes fuimos entonces.
El presente tiene ese no sé qué del instante, ese saber que huye de tus manos, que en un segundo ya será pasado. Es jugarte la vida en una carta, otra aventura; distinta a abordar un barco o saltar en la cama, pero aventura sin duda.
El futuro es el quebradero de cabeza del ser humano. Nos frustra no controlarlo pero nos hace feliz saber que potencialmente podría ser cualquier cosa, un horizonte lleno de posibilidades.

Hay que ser capaz de mirarse en el espejo y saber quienes somos. No podemos dejar que esta sociedad, en muchos casos excesivamente protectora nos mantenga como eternos adolescentes. No debemos permitir que nos convenzan de que envejecer es malo. La estetica son tonterias. Basta de preocuparse por cada arruga y cada cana. Son solo muestras de que hemos vivido y que lo hemos hecho bien. 

"Me estoy haciendo mayor. Me gusta. Y quiero hacerlo bien." Fue el último pensamiento antes de quedarme dormida.